En los últimos tiempos, se han hecho virales muchos mensajes en redes sociales con títulos llamativos como: «Cosas que tu ginecólogo no te cuenta sobre tu fertilidad». Entiendo el objetivo: despertar interés, generar clics, abrir conversaciones. Pero también siento que, a veces, estos mensajes acaban generando desconfianza entre pacientes y profesionales, y reforzando una visión enfrentada que no ayuda a nadie.
Como ginecóloga especializada en fertilidad, y también como persona que ha visto de cerca muchos caminos diferentes hacia la maternidad, he decidido escribir esta reflexión. No para defender un modelo por encima de otro, sino para ofrecer una mirada más abierta, más realista y, sobre todo, más humana.
1. La información no siempre es blanca o negra
Vivimos en una época de exceso de información, donde todo se comparte rápido y muchas veces sin contexto. Como profesionales, también tenemos responsabilidad en esto. No siempre comunicamos bien. A veces nos falta escucha activa. Y muchas veces nos falta tiempo.
Pero eso no significa que haya mala intención. La mayoría de quienes trabajamos en medicina reproductiva queremos lo mismo que nuestros pacientes: que consigan su embarazo y lo vivan desde un lugar cuidado y realista.
2. Los hábitos y las terapias complementarias son clave, pero no lo explican todo
Los cambios de hábitos son fundamentales, sobre todo en personas que están teniendo dificultades reproductivas. Y sí, hay terapias llamadas «alternativas» que pueden ayudar mucho, no solo emocionalmente, sino también en la regulación del sistema nervioso, la mejora del bienestar general e incluso del ciclo menstrual.
Lo que me preocupa es cuando se transmite la idea de que «solo con esto» se puede lograr un embarazo en todos los casos. No siempre es así. He visto, de cerca, casos de personas que decidieron posponer un tratamiento porque querían probar primero todo lo natural… y cuando finalmente acudieron a consulta, ya no estábamos a tiempo de ayudar.
3. No somos bandos enfrentados: somos complementarios
No hay una sola manera de abordar la fertilidad. Y eso no debería dividirnos, sino todo lo contrario. Los profesionales que trabajamos dentro del sistema sanitario y quienes trabajan desde fuera no deberíamos competir, sino colaborar.
Cada uno tiene su lugar, su formación, sus herramientas. Pero el centro siempre debería ser el mismo: el bienestar del paciente. Y eso implica también reconocer que las decisiones se toman en momentos muy vulnerables, y que no todas las personas necesitan lo mismo ni al mismo tiempo.
4. Escuchar, acompañar y comunicar mejor
Muchas de las críticas hacia el sistema nacen de una experiencia real de falta de escucha o de acompañamiento frío. Y es cierto. Lo reconocemos. Pero también necesitamos abrir conversaciones más amables entre profesionales, y también con los pacientes, para hablar no desde el juicio, sino desde la escucha.
A veces el paciente necesita llegar por sí mismo a ciertas conclusiones. A veces no está preparado para escuchar lo que creemos que es más efectivo. Ahí también necesitamos acompañar, sin presionar, sin imponer. Con humanidad.
Ojalá dejemos de competir por la verdad absoluta. Ojalá dejemos de simplificar un tema tan complejo como la fertilidad.
Porque, si algo he aprendido, es que no hay un solo camino. Y que cuando sumamos miradas, gana quien más lo necesita: la persona que quiere ser madre.
Gracias por leer hasta aquí. Estoy abierta a escuchar y a seguir aprendiendo con vosotras y vosotros.